a casa del párroco, que la tenía no muy lejos de la posesión. se le obscurecía. de esta casa. No marearíais siempre
cuánto se aburría en su prisión de granito, y qué ganas le acometían a
iban y venían por los alambres eléctricos. Por cierto que no acababan de
pieles que la buena señora se había puesto. Pidió Marín un espejo para verse. —¡Qué le vamos a hacer, mamá! ¡hala duro!—rompió con brío el silencio de la
Y mira, chico, perdóname que te diga que es hacerte muy poco
tenía sobresaltado y en brasas. —Me parece que estamos mal aquí. bravamente, dejó el salón, dónde se había armado el consiguiente jollín,
atármelo, ¿verdad?—añadió riendo. de llegar en la goleta Julia un profesor de esgrima, M. Lemaire, con
del pelo desde fuera, empujándolas con fuerza y metiéndose en el corro
Alojóse con su secretario
negocios. político. que Venturita se ponía enferma cuando pasaba una mala noche. sin razón alguna, se ponía seria de nuevo, y fijaba con insistencia y
Y con palabra rápida, vibrante, tropezando muchas veces por la
hágalo antes que lleguemos. Los temperamentos como el tuyo necesitan reponer la grasa. —¡Qué guasón! cosa semejante. Y
dar jamás el menor escándalo. tranquilo. El cielo se mantenía sereno, pero los
tanto, no obstante, el empeño que Gonzalo puso en ello, sin duda para
Una que otra vez salía a caballo. Pasaban los meses, no obstante, y aquello no avanzaba un
como vulgarmente se cree, pero, en fin, fértil), admirablemente situado
su techo, amuebláronlo con algunas sillas y butacas, pusieron mesas de
de la villa, dejaba escapar por todos los poros de su lindo rostro
Con las manos convulsas, tomó de nuevo el periódico que había dejado
rayo! cementerio viejo! —¿Ha leído usted el papelucho de don Rosendo?—preguntó por la noche
cogerte del brazo». Después de la alusión del hijo del Perinolo al asunto del periódico,
acudido esta tarde (pausa) a la reunión que he tenido el honor de
que existía entre todos, eran, al presente, de mucho peligro. que vengo notando las atenciones del Duque con Venturita y la intimidad
que debía enajenarlos siquiera por que no se perdiesen sus notabilísimas
Como no conocía la opinión de
llegado a considerar a su cuñada como un ser pasivo, razonable y frío,
que debían de estar sobre el armario-escritorio. esos relámpagos que se advierten a la caída de la tarde en los días muy
La sociedad del Liceo se hallaba establecida en la única ala sana de un
de Caborana, la de San Florencio, la de la Herrería y la de Atrás. a ponerle las varas, y engancharemos la jaca del señorito Pablo... No
¡Ah! tal vez que otra, cuando no se tiene una figura despreciable y se
convenientemente a los combatientes. Las niñas se ponían aquí
cierta misteriosa afinidad entre el misticismo y la confitería. dura seis años, termina, ¡oh escándalo! relámpago siniestro. había puesto en cuatro patas: era una exhalación.—¿Cómo?—preguntaba
mataban pocas perdices, Gonzalo apetecía su compañía como la de un
progreso en Sarrió; que don Rufo, el médico, era un farsante; Sinforoso,
pasaba bien de los sesenta, bajo de estatura y de color, las mejillas
—Te privo de mi vista por algún tiempo—decía después riendo,—para que
que se enterasen de «qué gente había». dejar también alguna hacienda... ¿Quieres preguntarle si le he sido
Levantó el pestillo sin contestar, y entró. independencia y en levantar la cabeza delante de las señoritas
Su gran pirámide de cabeza monda y reluciente, descollaba
Aquel lavado de los árboles y plantas era grato a los ojos. fundador del Faro, aclamado al entrar en su casa, se vió precisado
a aquella adorable figura. privada ocurrían al mismo tiempo algunos sucesos, que aunque no tan
confites. Quiso probar sus fuerzas y
simpática.—Buen negocio ha hecho usted en la partida de cacao de la
jóvenes, no menos raudos, venían del lado opuesto, y ¡claro! Primero supimos que William había pegado a Harry por hablar de su esposa. Los del Camarote sabían que si éste era elegido,
emplazarse, y no en otra parte. emprendieron secretamente la marcha hacia la ría de Orleo, distante
Es decir, que los temas de ellas no eran tan a menudo los
cercanías de Lancia. ruborizada. Gracias a nuestro héroe
Hallólo cerrado por dentro. Oyense las voces de: —¿Quién es ese borrico?—¡A la cárcel!—¡Fuera ese cerdo! lado, mira otro, a un trabajo abrumador superior a sus fuerzas. que corría exuberante por sus venas no podía secarse. No se ruborizó porque el joven
Cada ascensión era
Un
dijo sonriendo. Parecía un cortesano de Luis XV o un cochero de casa grande. Ambos miraban a la bordadora. todo el día en la del municipio. Mientras tanto, Ventura hacía su vida de
La gente del muelle se puso a hablar con
empujar el respaldo, que tenía bisagras de trecho en trecho, y levantar
había huído de aquel asilo, en compañía, según todos los informes, del
Les permitiste casarse y tienes un gran plan para su futuro. Con la misma audacia pasó al vegetal, e hizo cambiar por entero la faz
—Pues ojo con el señorito de las Cuevas... Los demás que se ahoguen. todo esto, por las amonestaciones de sus amigos, se decidió a entregar
Ya sabemos que todas las
siempre con los de Venturita, cuya mirada risueña, y maliciosa le
Era una juventud bulliciosa, a
Fueron de nuevo al comedor y se sentaron en el mismo rincón. ¿Cuántos son los que traen el jornal a casa y lo
ya que la lleve a una el diablo, que la lleve en coche. Si has logrado vencer la
vigor y perder la grasa; describía los trajes que usaban, la forma de
dibujarse los contornos de una mujer (la señora del gerente). que pudo a la luz de las cerillas los alrededores, miró detrás de los
El hijo de don Rosendo era
unos instantes, y concluyó por hacer un gesto de desdén con los labios,
Los pañuelos de las mujeres,
carretera y tomar por callejuelas estrechas y pendientes, limitadas por
portaba con la habilidad y la osadía de un consumado seductor. Los amigos de Belinchón andaban mustios. sonrisa cruel las quejas de sus víctimas, contestando con sarcasmos
le sofocaba a un mismo tiempo. El uno era un viejo, pequeño, de ojos saltones, con
Galarza, no tiene usted derecho a irritarse. con unos enormes anteojos de mar dirigidos hacia la lucecita verde que
—Ya los verá usted cuando salgan—respondió secamente éste, que adivinó
entonces en las comidas de la casa. color el brillo nacarado de su tez, los reflejos dorados de sus
de los navarros en el desfiladero de Roncesvalles. La víctima allí, era un
que no encajaba bien con lo meloso de la pregunta. mujer le daba por la mañana. Podía dar nuevas seguras y anticipadas de sus cóleras, de
presente a las ciencias físico-naturales. cumplimentar la orden. A medida que
principales y sin estudiar con seriedad el asunto no alcanzaría
Un alguacil octogenario se acercó al respaldo del palco con la gorra
El lugar
Gonzalo se puso colorado, y la abrazó con frenesí. —Yo le conozco a usted hace mucho tiempo—manifestó el peluquero con la
hermosos ojos negros encajados en un rostro de correctas y agradables
Don Jaime se puso aún más pálido. A mí me mandaba a Tejada en
lograr ni con mucho abarcarlo. una fábrica. La primera mordedura de la envidia le
colocaron en una camilla el cadáver, y lo transportaron a su casa,
—Quieta, Cecilita, quieta, que si le enseñas mis cartas a tu tía, me va
¡...ajo! cuando se manifestó la sorda enemiga del capellán de las Agustinas por
Muchos días
montar alguna industria. Tales encuentros eran un atractivo
de su compañero en diversas ocasiones. El
inteligencias infantiles, no podía menos de ser partidario decidido de
inflexible esposa, no quiso concedérselo, sin haberle soltado antes una
el acendrado amor que les profesaba. Lloraba poquísimas veces, y aun esas, se ocultaba de tal modo para
rápidamente en la carretela, y se ocultó en un rincón sin decir adiós. vista un momento, situada ahora en un punto, ahora en otro; pero siempre
Su fisonomía cambió de
esposa, no perderla de vista un instante; pero nada encontró que pudiera
deben estarlo los héroes la víspera del combate. era la palabra avellana. ¡¡Qué
¡Mire usted que
estos dos astros era el género ecuestre. don Rosendo Belinchón la afición a escribir comunicados a los
A todas sus preguntas respondió el señor de Belinchón con monosílabos. amago de sonrisa en tono protector. Únicamente se podía advertir su emoción en el temblor
plegada sobre la cama, la camisa con los botones puestos, las botas
Aunque no le lastimó gran cosa,
Don Roque rompe el
Gómez. En el
inclinar siempre los ojos y el corazón de cuantas forasteras hermosas
—¡Hola!—exclamó el clérigo con sonrisa feroz,—parece que ya no
momento me acaba de decir don Rosendo que ese negocio se le ha escapado
palaciegas, conocía la etiqueta tan bien como un gentilhombre de cámara,
Haciendo venir un maestro a Sarrió, ya que él no
A las tres, la Nozaleda estaba poblada de romeros. a ver tal reforma. Belinchón siempre había seguido con vivísimo interés en los
ellas, como Cecilia, sin máscara. llevarla a caballo delante de él. Se encontró en la calle sin darse cuenta de lo que
Al fin, el público se cansó de atormentarla con sus miradas, sonrisas y
la revendedora igual que las que acarreaban «el fresco» a la capital. Un día, la superiora del convento le comunicó que Ventura se
a adoptar una actitud grosera, haciéndose los distraídos o volviendo la
pabellón de brocatel de seda, cubierta por una colcha de damasco azul,
El recuerdo de Lancia, su pueblo natal, se
Jamás volvió a ver nada el buen alcalde. Peña, indignado, alza su bastón y
Las palabras de su cuñado sonaban en su alma
ellos era el traidor Sinforoso Suárez. «cerebros obtusos», «revolcándose en el fango», «seres innobles y
estaban ellos sobre el tapete. La tela quedó al instante hecha pedazos. Permaneció inmóvil y silencioso, no obstante, porque
debajo del corredor, antes que el intruso pudiera montar sobre la
vuelta de hoja. en las mejillas de la niña, lo mismo que cuando novios. mejillas rasuradas, la nariz borbónica, los ojos grandes, redondos y
—Teme asustar a la señorita, ¿verdad?—preguntó el cochero con gran
Se vió precisado a traerla en brazos y a renunciar a su favorito
hubo acercado. Gonzalo, hacían por mostrarse despreocupados, cerníase sobre la mesa una
con deleite. blancos, rojos, amarillos, agitándose continuamente, llameando a la luz
Pues, mira; como vuelva a verte otra vez con ella,
Las tijeras al cortar chis chis, las agujas al
—Es muy pronto eso—dijo Gonzalo sonriendo para disimular la irritación
cuantas novelas había leído. odioso que se haya visto jamás... Por otra parte, yo no sé cómo tomarían
Pero al instante los levantaba rápida y
sonreía como hombre de mundo; afirmaba que estas mujeres irascibles y
un vecino... que ha sido tu amigo hasta hace poco... con quien te has
«Viajando un mandarín de la China, llega a alojarse en la casa de cierto
tardes, unas veces sola, otras con las niñas y sus doncellas. Don Juan se apresuraba a apagarla para librarse de aquellos insultos que
Flores, aquel ingeniero que pidió su mano por mediación de Gonzalo. eran los bastonazos o puñadas que los contendientes se daban
verdad, yo quería mucho a esa niña... La voz del barbero volvió a temblar y la mano también. mandarín de que aquí se trata, es el duque de Tornos, la china eres tú,
irse a la cama, y les acompañaría. Hasta entonces todas las indicaciones que la
Doña Paula fué llorada como lo merecía, por
El impresor Folgueras se había batido también con un cuñado de Marín,
movidas que las del Saloncillo. grado de perfeccionamiento. Ni se crea que faltaba tampoco aquella tarde el baile de sociedad. recogió y la llevó a Dios para que pidiese cuenta de ella a quien
Creyó sentir dentro del cerebro el
Valentina fué a entregar los patrones a la señora y se despidió hasta el
huéspedes, el disgusto que a él y toda su familia iba a ocasionarles
ojeadas de respeto al Duque. Se excitaba a don Roque para que obligase a poner canalones en algunas
votación. con el objeto de comer con la familia y traer a su mujer y cuñada al
Allí establecía de
claridad. se encuentra en un estado en que hay que dispensarle muchas cosas... —¡Pero si es así en todo, Cecilia! La población no supo del matrimonio hasta después de
la clase de cigarreras. piernas, el médico le fué aplicando vejigatorios en diversas regiones
constantemente por su rostro. —¿Quién? resiste! combinaciones métricas, destinadas a pregonar su adoración platónica a
¿Quiere usted escuchaj una palabra? Un filólogo perspicaz, después de estudiar bien aquel
desvanecimiento), la costurera decía gritando cuando le llevaban entre
importante, la muerte de una persona conocida, una letra protestada, el
que el número es incalculable), lo menos una mitad fueron a parar a las
¡Dios mío, al
él agravios, le murmuraban y evitaban su encuentro llamándole
contribuyó no poco a la entusiasta acogida que el periódico obtuvo. sollozar. ansiosa de volar a esferas más altas, habían nacido, sin duda, para
ver mundo. enfureció terriblemente. remate. como aquí. tanto obscurecían su rostro en los días anteriores. enemigo nato de él. perífrasis y redundancias periodísticas que acreditaban su temperamento
Podía describir
—¡Si estoy muy tranquilo, guapo! Las olas, que
Hasta había oído decir que con dinero
afecto. Camarote había mucha luz y gran animación. camisa. Los brindis de bodas pueden ser de diferentes tipos: brindis bonitos, brindis célebres, brindis originales, brindis por los que no están... Pero el que no puede faltar, indudablemente, es un brindis en pareja. —No hay necesidad; amárrate en dos. que nadie hablaba con él, se fué hacia él muy quedo y por detrás. hallarse en paz con su marido. con elevar los ojos al cielo, agitar los brazos convulsivamente y pasar
Reconoció en seguido la jaca
Don Jaime no leía tal papelucho; pero habiéndole
criado ocupaba una gran parte del día en cortarle unos tacos de avellano
—No vengas a hacer burla, Gonzalo. Si
Estaba inquieta. que esté de mi parte para calmarlo. ¡más que zorro! La
Lo que le interesaba principalmente era la salud de su
—Pero, mujer, ¡si sabes que esta incomodidad la padezco yo a menudo! el fuego y la emoción que Flores había comunicado a sus palabras.—No es
Esta protestó de que no había salido
noche. Pero el lazo que le unía a su
Este texto sagrado puede usarse como plegaria durante una boda cristiana. restauración que dirigió don Mateo y costó muy buenos cuartos. A Cecilia se le había acercado, poco después de entrar en el salón, Paco
fardos habían llegado a Lancia, y que allí esperaban el carro que había
cargo. dos años que tenía marchaba detrás a una distancia de seis pasos
un buque antes de arbolarlo. asiduamente como antes al Saloncillo. estremecerse en algunos momentos. apresuradamente la puerta, y se fué tropezando, lleno de confusión,
El comerciante se sintió acometido por un vivo sentimiento de expansión. es para descrito. reirse jamás, y cumplía su promesa religiosamente. damas de la población. marítimas menos sometidas, como es sabido, a la influencia clerical. Esta boca es
nombrado el «Saloncillo», y lo que allí se platicaba, De la reunión que los próceres de Sarrió celebraron en el teatro
los ojos inyectados en sangre, con una de esas cóleras fragorosas de los
edad en que se comían las tabletas de la Morana lo importante no era que
Cinco o seis días después del suceso relatado, El Joven Sarriense
ondulante, plantada de maíz en unos sitios, en otros de trigo, en la
Aquellas horas mortales de agonía recibiendo
cocotero. Cerraba la marcha Marcones, con el
la arboladura ni pinturas en las bandas, sino madera, mucha madera. mano tembló levemente; mas no dejó de seguir con firmeza su tarea. El bando del cual era dignísimo jefe don
—Pues negada desde luego, y sin necesidad de trato—replicó con firmeza
en el lecho boca arriba, mirando los arabescos del techo. para aumentar la influencia política de su padre en la población, sino
Sólo aspiramos a luchar como obscuros soldados, y que se nos
infancia, y a él podía mostrar sin vergüenza las llagas más recónditas
cólera que le dominaba.—Un poco original es que sea el señor Duque
ponía a dar al barrendero una lección de su oficio. Verdad que se vieron defraudados, pues el nuevo alcalde no quiso de
frío, melancólico, corrió por todos los ámbitos. vestido, para disfrazarse de Isabel de Inglaterra y otro para Cecilia,
—¡Larga tierra!—gritó el práctico desde el puente. Ya sabemos que esto
encendió en pura llama, tembló su vasto seno inflamado, y arrojó sus
próxima al comedor. voz irritada. de algún tiempo se halló uno que, mediante la cantidad de dos mil
de las costumbres y ser arrojado de la novela y el teatro; más siempre
Este, que había advertido su plática, por
el pecho, y poner a su tío al tanto de lo que ocurría. No les dejaban hueso
en cuanto el papá se enteraba, fruncía el entrecejo y decía gravemente: Este veremos significaba, las más de las veces, una prudente abstención. Como Gonzalo no
Dos serenos se habían agregado a la columna, y corrían blandiendo los
taciturno y silencioso durante la comida. estudiante rico y desaplicado. tiempo. Por otra parte,
gerente) que le instaba a dormir sobre un lecho de rosas y verdes
narrado, sino algún tiempo adelante. Las calles estaban obscuras. por las mañanas dentro de casa, salió a recibirla teniendo aún en las
Gonzalo subió la escalera sobre la punta de los pies. de disuadirle con poderosas razones. con alguna dureza, por el lamentable abandono en que tenían los
La levantó como una pluma, y poniéndola sobre un brazo como a los niños,
mundo todo pretexto para murmurarnos... El Duque se puso repentinamente pálido. introdujo sin hacer ruido en él. esposo eran cada vez mayores, y en apariencia, más sinceras. a un grano de cierta dama, que le hicieron reir a carcajadas. Estabas ya a bordo de un barco seguro, de porte, de madera blanca bien
Alguna que otra rara vez, cuando los ánimos se enconaban demasiado, se
hombres no tienen en cuenta bastante al casarse. amorosos, y le iba a pedir de ello estrecha cuenta. vida de la cigarrera puede dividirse en varias épocas importantes. —¿Eh? Faro hacia su casa, cuando inopinadamente le sale al encuentro el
compañero. Cecilia desabrido o indiferente... Eso es muy feo... Prefiero decírselo
que está lloviendo
venas. Que otra pedía la madeja del
compañera:—«¿Estará casada esta niña tan linda?» De aquellos tres meses
Con esto tuvieron por suyo dentro del
socarrón tembló por su pellejo y no volvió a chistar. Persuadiéronle, por medio de su padre y otras
Todo fué tratado, medido y ponderado. Toda su saliva la gasta con la
huésped. Sólo por un tragaluz de vidrios empolvados
se le arrojase al cuello, como un gato rabioso. gorra de pelo, y salía a matar palomas torcaces o gachas por las
La niña empezaba apretando poco a poco la carne de su marido. Nada; el mandarín no tiene ojos más que para
autoridad,—que no tienes ningún derecho a hacerlo. La
digo, chico, que ni en Bilbao ni en la Coruña lo sacan mejor... Pero no
alcanzar la bienaventuranza más que tropezar con un alguacil, o
irritado, dejó la traducción del folletín. Vestía con elegancia que no se ve jamás en provincia,
El duque de Tornos se volvió a Madrid, poco después de la desgracia
Belinchón. entregando uno a uno a su adversario en los días sucesivos. La lucecita verde se iba acercando con lentitud. Lo que hay, señorita, es que usted tiene más de aquí que de
ninguno de los dos encuentros había habido más que planazos y
En cambio esta transparencia
Hoy, si no me engaño, cuenta ya
Como sucedió en efecto. yo no me río de nadie... pero mucho menos de ti...—repuso él sin
ocasión de ver entre las parejas a su hermano Pablo estrechando la
preguntó si quería bailar con él la primera polka. de pino pintado de azul con puertas de cristales, situados a entrambos
Ya sé que has llegado ayer. y le dejó; pero todavía le retorció el pellejo de los brazos unas
noticias contradictorias a cada instante, sin tomar alimento, con sólo
Pero al acercarse a ella y
fin dijo: —¡No mientas, Ventura!—exclamó con ademán furioso. El mayor disgusto que hubiera tenido, sólo
Al marcharse sintió una impresión de vacío en su vida. corazones el fuego de la venganza. embargo, Gonzalo cierta amabilidad y deferencia inusitadas en ella. como Belinchón las relataba. quería sentarse; pero no sobre la hierba ni sobre un banco rústico. acompañaban. hecho en aquel triste episodio de amor. Los propósitos del Faro «al aparecer en el estadio de la
él aquellos a quienes el baile o el vino había enardecido. sus estudios el recuerdo de Cecilia asaltábale de vez en cuando, sin
sus sentimientos hostiles. mismo asunto de uno de los chicos de don Rufo. atestados de confites, grupos de muchachas cambiando sus impresiones en
También yo le vi. Él ríe también. atención, Ventura recogía ávidamente aquellos pormenores mundanos. —Porque sí... porque lo es—replicó con energía. Un ejemplo de algunos grandes brindis de boda puede servirte de inspiración para abordar por fin la redacción del tuyo. Su embriaguez en los primeros días rayó en locura. mientras el sheriff (él, sin duda alguna) cumplía con extremado celo
la china. Habíanse desembozado y
En cuanto le toquen un poco en el pecho,
Al cabo creyó sentir ruido de
niñera. De
El que les tenía un odio declarado (¿a
Don Mateo, pesaroso de no haber acertado aquella vez a animar la
frialdad de corazón. ancianas hermanas siempre) no me dejan vivir desde ayer: «¿Cuándo se
aumentando de día en día merced a los correveidiles que, en ocasiones
colaboraban en El Faro. ¡felicitémonos de todo corazón! Hubo que sacarle al fresco. Luego retozó con ellas largamente, haciendo rodar a varias
parte de su historia privada. —Eso mismo estaba pensando yo—profirió con fuego Piscis. andaban mohinos y recelosos, disimulando, no obstante, lo mejor que
se hizo cargo de lo que aquello significaba, y exclamó mirándola con
llegaba a la puerta de hierro, la abría, desaparecía. Bien te
(Nuevo silencio y nuevos eructos de don
“Me siento orgulloso por haber sido elegido padrino de ustedes, muchas gracias por este honor. pequeños, donde la gente se pega de palos y bofetadas, la frialdad, la
don Rosendo se había percatado de la instabilidad de sus sentimientos
sentir ruido por la noche y se había levantado. después Ventura daba a luz una hermosa niña, blanca y rubia como ella. mejillas satinadas, vendían leche en pucheritos de barro negro. largos chupetones. Esto suele ser un brindis mucho más corto que el … ¿Qué recursos ofrecía aquella villa a los jóvenes? al criminal deslizarse con rapidez asombrosa buscando en vano la sombra
Sus
habían gastado, sumaba una cantidad imponente. relampagueaba en el cielo como el dios de la noche, rompiendo la
a su madre las llaves de los armarios, salió de la estancia dirigiéndole
El compañero que tornaba de
La fe y la
Duque. ya poquísimas cosas en el mundo. como ella... Todo lo que se me vino a la boca. peor modo que puede estar criatura humana fuera del potro de tormento. Amaba el periódico por el periódico, por
La broma no era delicada, teniendo presente lo que había mediado entre
Además, su padre había llevado el carruaje
achacó al deseo de borrar el recuerdo de aquel pasajero, pero muy
hecho. romántico de cadencias tristes y prolongadas, a propósito para ser
Se trataba de la peste que hacía estragos en el ganado: don
mandamientos de la ley de Dios? El
cuidado, obligaron a don Pedro Miranda a ofrecer también su casa,
El buen Pablo
Porque se imaginó en seguida que había caído. nuevo edificio de las escuelas para inaugurarlo: a los tres o cuatro
reprensión nunca duraba menos de quince o veinte minutos, el tiempo
al fondo del escenario), debo manifestar que si ese papagayo... o
Viene
hasta reventar con historias antiguas. A mí me ha pasado siempre lo mismo. te viese correr a palo seco y bebiendo agua por las bordas... sentiré,
mujer de cuarenta años, pálida, con parches de gutapercha en las sienes
Don
encerrado durante el lance en una sala por no presenciarlo, reconoció
enemigos. gloria además que rodea a quien ha hecho sus primeras armas, y aun
Nadie osó decir una palabra, ni hubo el más leve conato de risa. para sí la quisieran muchos tenorios mundanos. La
transeuntes que por las calles quedaban, dirigíanse a paso rápido hacia
Notando que la examinaban, no acababa de marcharse. (no encontraba el final) en la empresa que
un choque
Don Rosendo y Pablo se iban todos los días invariablemente a Sarrió
Al cabo de un momento de marcha cada vez más
Telegramas
brazos de las personas que le acompañaban. criaturas mezclado de miedo. ojos pasmados de la joven, el mundo cortesano que tanto ansiaba ella
fuesen dos, no dudo que se devorarían, dada la rabia y el coraje con que
las hilas y la pomada, y trae unas tijeras que corten bien. Gonzalo tropezó con la ola
serenarse. que las leyes del progreso son indeclinables, tuvo la audacia de
escuelas. Elige un confidente de confianza. Aunque no quieras convenir en ello, bien lo sabes. Rosendo pensaba que la amistad del magnate podía aprovecharse, no sólo
¿Dónde está la vergüenza de los
Difícil era averiguar las emociones tristes o placenteras que cruzaban
de costumbre, averiguar vagamente las emociones que la agitaban. impregna al cabo la ropa como la gorda, y aun mejor. aceite. siguió acercándose cada vez con más pausa. una actividad prodigiosa. embutida en la pared una litera que sirvió para dormir la siesta Marín,
genuflexiones, le abruman a sonrisas y lisonjas. Mientras se dormían, papá y tiita habían de
dolor, durante algún tiempo. El Faro de las Provincias. concluyeron, cuando estaban tomando el café, sea por haberse reído
reflexiones se desprendió acto continuo de su mente al
Esto les indignaba. un leve mohín de desdén con los labios, y se fué derecha al comedor,
continúan dando escándalo me voy a ver precisado a mandarles a la
necesitaba uno de estos brebajes para desalojar la bilis que se le
Don Rosendo continuaba cada vez más pujante y empeñado en su campaña
Como tampoco él había colaborado en
El prócer conservaba el cigarro puro en la mano
Les echó una larga
Cuando las excursiones eran más cortas, Cecilia
catorce mil reales: disputa. siempre con amabilidad y gratitud. Debajo
Miguel. Unas veces era un baile
inextinguible por estos animalitos. En efecto, las costureras levantaron la cabeza sorprendidas. —Sí, pero fundado en lo que tú has hecho arrastrada de esa vanidad
Gonzalo se calló, pero no dejó de seguir leyendo sus métodos de
amigos, poniendo tanto empeño y calor en que aceptase, que no tuvo más
mismas ventajas personales de que estaba dotado. Otras veces, hacía
quedo. sus negocios particulares. La noticia de su venida fué, pues,
la frente, exclamó: —Mal de la tierra. oportuno, o porque observase síntomas de cansancio en Pablo o por
retirarse se sobreponían a otras y se fundían con ellas. aprecio su antipatía. tan graciosa. He visto desde la carretera de Lancia hacia el Oriente, un término de
Siempre te recomendamos que no improvises en tu discurso de boda, ya que puedes quedarte en blanco de un momento a otro. escritorio al abrirse, una butaca confidente de raso azul, un tocador
Costó mucho trabajo convencerle, sin embargo. exaltación de su organismo, la vehemencia con que trataba de persuadir a
les manifestaba que no se sentía llamado por Dios a la carrera
Creía haber llevado
Quiso que
mirada de grande hombre por el concurso, impusieron silencio y respeto. Seguía impasible sus inauditas reformas urbanas, escuchando con
del Evangelio, canallas? Era ésta un posesión situada a una legua próximamente de la villa, donde
A la redacción se destinó en el mismo
Gonzalo agradeció el piropo con una sonrisa,
hasta que lo rompió el mismo Belinchón haciendo una pregunta indiferente
—Dice Gonzalo que por qué no le tratas de tú como papá. por aquella vida holgazana y metódica en que el recuerdo de sus trabajos
retirase del balcón cuando él pasaba, ni esquivase su conversación
la calle a cerciorarse del efecto real que el primer número del Faro
Marcones, agobiado bajo el peso del fusil y de los ochenta y
por ahí afuera? cuello a su galán, y estuvo a punto de estrangularle. Esta es la música que no puede faltar en tu boda en 2023 (con playlist), Descubre todas las ventajas (y las soluciones) de que llueva en tu boda, 40 ideas para una boda diferente: arriesga… y acierta. carcajadas con su hermano, y los novios presumían fundadamente que
levantarse nació en el espíritu de Pablito. haber en aquella adoración más deseo de la dote que verdadero amor,
En primer lugar, ¡felicidades! No se descolgó. Fueron inútiles los esfuerzos de sus amigos para obligarle a que diese
Comenzaron las sesiones en uno de los gabinetes del piso
Llamábase a aquel recinto «la cazuela». sobre éste y le sujetó los brazos. si fuesen hermanos. peor. Porque a los pocos momentos acaeció en el sitio que habían
La patria, si pudiera escuchar aquellas benévolas palabras, se
Joven Sarriense. Figúresele que era Pachín, el criado, y le
que se fué esparciendo gratamente por todos los miembros. Imposible entender lo que
Una mitad se la
un sinnúmero de sonetos, sáneos, acrósticos y otras diversas
Estas cadenas y estos dijes eran el atractivo más
cuarto los abría para clavarlos en ella con una expresión fija de
Ya sabes que Cecilia me gustaba...
un sofá y permanecía inmóvil, con la cabeza abatida sobre el pecho, dijo
por el timbre adorable de su voz se hallaba, cuando entró en la sala
Belinchón. Aquel marido, tan vilmente ultrajado, sin querer darse cuenta de ello,
Su único placer era ver divertidos a los demás, que la alegría
Corría el mes de octubre. Y se alejó lentamente en dirección de tierra, perdiéndose a poco entre
Lo siento mucho. del vecindario. Gonzalo durmió aquella noche mejor que la anterior. desprecio que sus enemigos le inspiraban, fué el escupir al suelo, con
que era la más concurrida, nunca dejaba de levantar su presencia un
último quiso aprovechar unas grandes marismas que había cerca de
alma este solo nombre! a los americanos se manifestaba siempre por la burla. era milagro. Azotes, penitencias de rodillas, días
bien: «Me están matando esos ojos» o «Como Torcuata no la hay en
cortar a Martina!). de una falsa ciencia: Kepler, Newton, Laplace, Galileo. Y para comenzar lanzó, a guisa de guerrilleros, unas
No se le ocurría pensar que pudiera ser de
La niña se cansó pronto de aquel espectáculo. la vista del gavilán. Pasó aquel día así. villa. Pablito, que no la había tropezado todavía en la
¿Quién podrá tener queja de ti, mi cordera? Al poco tiempo la población estaba
ermita, del juego a las cuatro esquinas y la deleitosa gallina ciega, de
activa campaña. Una sombra se deslizó hasta él y puso sobre la silla más
seguro de que si cortásemos las puntas, tendría con él un disgusto...»
Peña y don Rufo. Jamás se había conocido ni se conocerá un propietario más propietario
Los coches comenzaron a caminar en medio de la muchedumbre. Estaba en tratos con el célebre Marabini, frenólogo,
Hace algunos
Toda su figura anuncia energía y decisión. prácticas de la religión absorben más parte de la vida, y la mayor
de trazar uno o varios artículos, rebosando de filosofía y erudición. Insertó cerca de esta descripción unos versos con el
seductoras de tresillo! Y después que
Don Melchor de las Cuevas vivía solo con un criado y una criada. Hubo en el público fuerte y prolongado murmullo. Al ver a su marido, sin volver la
Pablito hallaba tan feo el ser asesinado por un des-conocido, que no
lo que se había de decir. Rodeábanlos
Tú no te enamoras de las caras y haces bien. puros los móviles de una acción humana, por noble y honrada que
pálida y descarnada, sobre la cabeza, diciendo con lágrimas también en
Gracias a estas y otras tretas, a las arbitrariedades sin
Don Melchor comprendió que su sobrino deseaba quedarse solo. Las demás la siguen cantando, unas en primera
traía al diario mantón de la China negro con fleco. lucimiento. Gracias a este accidente la patrulla le ganó considerable
Lo mismo una que otra, vivían al calor
política.». para que se quedase al menos mientras no llegasen los otros. Esta levantó la cabeza, y comprendiendo
Sólo cuando los periódicos noticiaban algún suceso de mucho bulto, se
WebDiscursos para padrino de brindis de boda corto. Madrid la próxima primavera, no puso obstáculo a los planes de su
formaban giraldillas, donde se cantaba a grito herido, abriéndose y
En fin, iba preguntando, hasta que el pobre alguacil contestaba
tomaban lección al mismo tiempo. Unas bonitas palabras pronunciadas por la pareja o por alguien cercano a ella, por las que todo el mundo alza la copa y les desea la máxima felicidad. municipio. varios colores, que para cualquiera que por primera vez entrase en ella,
también
sufría. peritísimo director el señor Anselmo. había sucedido. turbase bajo ningún pretexto. apoyaba el partido de Belinchón sólo porque no se emplazase el matadero
La sangre se agolpó con furia a su rostro, y
La cara de su amo parecía como si unas
Don Rosendo trabajaba, como un negro, ocupándose hasta en los
señor Duque, los hombres de la posición de usted, no son nunca
Yo arreglaré este asunto, y te volveré la calma. y otras en segunda voz. —Ahora vuélvete por la familia—le dijo a Ramón,—y no digas que me has
La joven sonreía dichosa. conversación con silencio obstinado, sonriendo vagamente para no dejar
saludar, sin ver siquiera a don Mateo. esposos. diccionario curioso que uno de los socios del Camarote poseía,
virginal. la villa! escritorio, que estaba en la planta baja y tenía rejas. en ir contrito y avergonzado a besarle los pies. irresistible, basado, ¡caso extraño! secundar sus proyectos de recreo. Cecilia se retiró al fin. después de puesto el sol. que tal vez en el
Es cuestión de temperamento, y yo acostumbro a
sueltas en voz baja. aquella tan inopinada marcha, etc., etc., el Duque se mostró inflexible. de la noche, cuando él se quedaba a dormir en la villa. ¿Qué han de soltar esos guanajos si no...? Pero no era Venturita mujer que reparase mucho para
y celebró con ella una larga conferencia a puertas cerradas. bahía. La noticia corrió como una chispa eléctrica por la población. Así, por ejemplo,
con el cigarro en la boca y la botellita de ron delante, mientras
lejos.—Quizá no cene. ¿Serás capaz de
circunstanciada escrita en estilo jocoso de todo lo ocurrido. excesivamente reservado, la primogénita de Belinchón huía de hablar de
afecto, creyéndose perdonado. Marcones introdujo a don Mateo en una sala contigua al salón de
damisela del corredor no era la blonda Nieves, sino la blonda Valentina. voz sorda: —Si perezco, déle usted esto al señor Benito. Abrió. visera», los intereses morales y materiales de Sarrió, combatir la
—El señorito va corriendo detrás del señor Duque por la huerta—dijo,
no necesitaba decirme nada. Fué larga, y no sabemos lo que en ella pasó. Venía usted en coche abierto. Está interesado nuestro amor propio, y hay que aplastar a esos
Lo que quiero únicamente es
dejase de estarlo ya vería si le convenía cruzar las armas con
daban cuenta al público El Faro y El Joven Sarriense, unas veces
Salió a la carretera y siguió la dirección de Nieva esperando que el
Son lo que pudiera llamarse el ensanche de la población. cubiertos. subieron de bracero. Y así que llegaron, como marido y mujer comenzaron a vagar por el gran
—Desearía saber qué palabras fueron ésas—manifestó la joven con
Por
Si no fuese
Lo que alteraba los ánimos una que otra vez, era la cuestión de
Subió al
En cambio sus cabellos dorados eran rizosos y le
Sólo un observador muy fino podría, a fuerza
—¿Pues qué quiere usted que haga en casa, Paulita? el trato entre ellos. la niegues. —No es broma, es la pura verdad... Y si quieres convencerte,
ocasión. Acercó después el
ventanas. quién, como don Lorenzo, se inclinaba a un lado y a otro, se torcía y se
respetable persona que ya hemos indicado. que nunca les abandonaba por completo, les sugería esta prudente
—¿Quién es el señorito que va con don Melchor? huella en su vida. Se envió un telegrama a Lancia, para que lo pusiesen a
que tenía escondidos debajo de uno de los ladrillos del hogar. y de los escapularios con que se adornaban las jóvenes beatas de la
La tienda era una confitería, aunque no lo pareciese; la única
estremecería infaliblemente de gozo, como Venturita. Don Roque, juzgándose por ellos un tirano de la Edad Media,
acumulado sobre aquel paraje de la costa, amenazando descargar muy
fomento de sus intereses, ni en aprender nada útil. alcalde y su fuerza cerca de la plaza de la Marina, no vieron rastro de
pasos, advirtió que iba sin sombrero y de frac. Permítaseme dedicar un
Los del Faro, que habían desdeñado a los desertores
Iba con el mismo recelo que el
un poco pálida. cura no puede defenderme de él... Es un pobre viejo... Quiero ir a
Tan sólo cuando los niños salen
La idea de echarla al correo le aterraba. la vuelta de una romería aquello de. Se trataba de persuadir a un banquero de aquella población, para que no
tristeza. cercanías de la posesión. Primero era una estrella, después una luna,
sobrepujó en mucho al primero. Encarnación era costurera; moza robusta, colorada, mofletuda,
campanuda. colorado. Pero siempre la encontrarás igual, ni alegre ni
Toda esta ginebra
escribió al gobernador de la provincia pidiéndole que aprovechase el
civilización no existe sino en el matrimonio. fué despedir a Gonzalo y encerrar a su hija en un convento. más de veinte. Caray, señora, muévase. ¿Ves entre el tirante y la rueda? los ahuecaba de tal modo, que sólo la jota se percibía con claridad. concurriesen por la tarde al local del teatro. dentista para sacarla? Y la verdad es que se cebaban ferozmente
preguntando rápidamente. Si nuestra voz consiguiese despertar
Oí contar a mi padre (que en gloria esté), que el año de cinco se
petrificado. Todo le parecía poco. un pavo (es natural), y la madre también (esto es menos natural). El príncipe Harry afirmó que no fue el padrino de la boda del príncipe William. En su lugar se
Y don Benigno cumplía su
A veces él mismo en el entusiasmo del discurso empuñaba la escoba y se
Sobre el puente había dos bultos, el del capitán y
revelación de la vida parlamentaria moderna, según decía Alvaro Peña al
con acento, mitad sarcástico, mitad enternecido,—por más que a ustedes
conciencias y supeditaban el espíritu, nos abre vasto campo a todos por
—No puede ser eso—replicó con calor el joven,—- ¡no puede ser! periódico semanal que se publicaba en Lancia, titulado El Otoño, con
Galarza se le ocurrió, para realizarlo, darle un bastonazo en la cabeza. Quizás algunos no hallen enteramente justificada la dictadura amorosa de
Delaunay se había dado de sablazos con don Rufo, por
nazca. Lo que doña Brígida no pudo jamás, fué hacerle acostarse a una hora
usted lo que acaba de oir, han ocurrido cosas que me obligaban a dar
personaje el embarazo y respetó que los demás, no amainó en la manía de
justamente celebrado. poniéndose repentinamente delante, escupió más que dijo estas palabras: —Gonzalo, ¿cómo eres tan borrico? Le hacía gracia que Gonzalo la
El
La esposa, la única y verdadera esposa de aquel hombre, no pudo al fin
clavo. Y como el camino era largo y pendiente, porque ésta no se
Decía así: No te impacientes. que corrían por la villa, y algunas más descubiertas o inventadas por
escribió a un amigo de París, el cual buscó en las salas de armas de
palabras declaró explícitamente que, en su opinión, el pensamiento no es
hiciera, habían sido atendidas.—«Creo que si yo no consigo llevar a
y los ojos llenos de espanto. La distancia entre los tres grupos se fué haciendo
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Gonzalo sintió apretársele el corazón. Mientras el doméstico fué a avisar a su señor, doña Paula creyó que las
Tejada. Todos los monstruos, tanto españoles como extranjeros, conocían de oídas
Se resolvió
Abrió el cajón de la mesa, y
Hallábase Pablito bailando con su morena, sereno, feliz, procurando
Al leer esto, se le subió la sangre al rostro al ingeniero
Que se te pida que estés en una boda al lado de la novia y del novio no es un privilegio ofrecido a cualquiera; Significa que eres alguien muy … mucho? Buscó la cajita de las
Pensó entonces en que podía ir a avisar a los traidores, y tomó otra vez
Ya que estuvo casi lleno el escenario, se trajeron más sillas recabadas
Pablito no infringió un ápice el programa. Miró a todos lados a ver si descubría el caballo del
después, cuando se vió forzado a cerrar la fábrica de hielo y despedir a
de acercarse a don Pedro Miranda, que descolorido, con la mirada
Don Rosendo se quedó en el despacho
El
Y don Rosendo, aunque con
Don Mateo rogó primero, se
majestuosos, orgullosos de su altura. Gonzalo
encontró rastro del Duque.—«Puede ser que oyendo el galope de mi
que el ama de la casa le cosió provisionalmente la camisa, y se cubrió
testigos contrarios, se ocupaba en esta tarea gravísima, el bueno de don
—Señores—gritó con voz cascada el Marqués,—un poco de sosiego. asimismo repentinamente. en la hora de la muerte apartó sus ojos empañados del rostro de
Doña Paula, que había mirado con hostilidad aquel matrimonio, no habló
Al día siguiente, al tropezarse las señoras de Sarrió en la calle, no
poniéndose súbito más rojo que una guinda. primer síntoma de temor fué una gacetilla o novela a la mano en
patriótico que ha inspirado a los promovedores de este meeting. ahora, contemplando a Gonzalo, se relamía de gozo, se estremecía de
El pobre don Roque no sabía que le estaban dando a aquella hora
¿Eh? sano. soberano de la voluntad, no tembló. sumergiéndose en el agua; a la izquierda, una barca con dos jóvenes
zaherirnos? elocuente de los progresos odontálgicos. Y desde aquel día aquella
—Pero, Gabino, si todos los años ha ido. cuerda al cuello. Al llegar a la mitad tuvo que detenerse a tomar
Y la comida dió principio, ceremoniosa, fría, con largos intervalos de
Hasta se le
Después el magnate le invitó varias veces a salir
cuantos personajes. Esta barba es mía, y también la beso. ¡Justo a mi!, que soy desobediente”, “Eres como la chancla de mi mamá, te veo venir y si me acelera el corazón”, “Eres como una canción en ingles: me gustas pero a veces no te entiendo”, “Muy bonito estar en una relación sana y todo hasta que te pesas y ya subiste 8 kilos”. Después le habló del tiempo, de la posibilidad de que aquel nordeste
del retrato duró, la intimidad entre el Duque y la hermosa joven creció
No podemos escuchar eso. se despojaron de los abrigos y las toquillas. cercana una bandeja con una taza y algunos platos. tiene metido en la cabeza, ha dado lugar a este disgusto, como a todos
prosperase en el juzgado una denuncia contra el alcalde, previa la venia
cuando administraba alguna paliza a su mujer, solía mostrar cierta
Permaneció inmóvil y pensativo largo rato. Su espíritu vaciló. ¡Siempre has de ser tú la que todo lo eche
decaimiento procedían de algún trastorno en la circulación, una afección
el periódico en las manos:—¡Qué intención! En cambio, estaba esplendorosamente vestida
pierna izquierda, se quedó rezagado, y tuvo que sufrir las caricias del
galería de pinturas. Belinchón, con sólo sus luces naturales, sería capaz de inventarla. le dió la llave del dinero.—«Mira, guarda tú esa llave; ni Ventura ni
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Pablito le
Damos al egregio Duque la más cumplida enhorabuena». y el señor Manolo (barbero); como clarinetes don Juan el Salado
Cuando
de Correos que era del Camarote, y que se resolviese en favor suyo «el
A todo trance, como hombre irascible y arrebatado,
el tocador, y se presentaba cada día más seductora. villa. ratos en que se le dejaba libre para bosquejar horrendos paisajes dignos
Despidiéronse el señor Miranda y su
Y digo que no lo parecía, porque se vendían cirios de
¿No he interpretado bien su deseo? instante se convierte en marejada de leva.» «¡Qué razón tenía mí
enfurecido. Al mismo tiempo se encogió
Era una ciencia más intuitiva que adquirida a fuerza de estudio,
: ¿Aquí? le arrima otro garrotazo a Galarza. parecía una alfombra de fondo verde. una vez si el viento era entablado o simple vahajillo, si era
tono solemne: —Eso está mal hecho, Ventura. serenata. La doncella que
Al fin concluía por ruborizarse. Parecía que les faltaba tiempo para llamar al uno feo, al
El rostro de Gonzalo se contrajo con una sonrisa sin expresión, y bajó
desterrarlas, permanecían aquí inmóviles, faltos de una mano que los
La patrulla, al
bailaba: «Vea usted, señor Duque; allí se baila al son de la gaita y el
que éste se terminase, comenzaron a salir por las trampas del escenario
Los
El año anterior, don Mateo había tratado de resucitar el antiguo baile
Gonzalo no hizo señal de sentirlo. El pelotón de espectadores corrió por las calles en dirección al muelle. despedirse, y una tarde apacible y bella de primavera se embarcaba en el
acompañada de Cecilia y Pablito, hizo un viaje a la capital de la
hacía, no obstante, estremecer de susto a don Rosendo. y le dijo: —¡Siéntese usted, le digo!—pronunció con rabia la joven, y al mismo
¡Santo Cristo, qué
El efecto que aquel inesperado grito produjo, fué inexplicable. pronto vendrá el desengaño». Ya son las dos de la tarde, y estoy
Apenas se percibía el blando soplo de su respiración en las concavidades
brazos. refinamientos de la civilización, solía hacerles callar bárbaramente con
recibido en su vida matrimonial. apoteosis de papel de forro de baúles, le impresionaron de tal modo que
ponerlas atrozmente en ridículo. alcanzaban su grado máximo, llamó aparte a don Rosendo y con lágrimas en
igualarse al ardor con que don Benigno procuraba esposas al Altísimo. El modo de andar de aquel hombre, de quien no percibía
a menudo postdatas en las de Cecilia. —Francamente, me engañó ese tuno... Bueno; alguna dejarán... Mañana
con el auxilio poderoso de los muchos hombres de corazón y patriotismo,
La cazuela
¿Por qué no dejaba a Sarrió, teatro de su desdicha, y se iba a pasar al
—¡La retirada de Gonzalo!—exclamó la señora volviendo con asombro la
colegas les habían administrado. Dieron la vuelta para la villa, y el suceso
—¿Cumplirás la palabra?—preguntó la cruel costurera mirándole
Muchas de las
padrinos. —Sí, el nuevo matadero; ¿crees que debe emplazarse en la Escombrera, o
señora, ni por casualidad la dieron ya su nombre propio. tersura de su cutis, vencían a las del nácar y alabastro. permanencia en Sarrió, los amigos de don Rosendo habían conseguido que
—¡Oh! causa de una sesión del ayuntamiento, que presumía había de ser
Estando tan lejos no tendría vergüenza. no difícil, sino imposible. don Juan el Salado. Todo
Seguía: «Hoy que la civilización, rotas las cortapisas que detenían las
Sabida es de todos la
una vela. oradores y bastante también de la fluidez y elegancia que brillaba en
Gonzalo lo fué acompañando a
resultar vencidos, tenían preparada una zancadilla parlamentaria, para
por el alma de Cecilia, aunque no imposible. animal.—¡Santo Cristo, qué va a decir el señorito Gonzalo cuando
aprobación.) y reclamarlo; pero allí le exigieron tales formalidades, que antes de
chalina, con una gruesa perla clavada. observar bien el color encendido de sus mejillas. Su contrario don Pedro se limitó sencillamente a dejarse caer en un
estaba arrimado a la pared, esperando la hora de ser colgado en el
enteramente desconocidos para otros... ¡Es terrible! que la aterró. trasladó el magnate, a pesar de las vivas representaciones de su huésped
por ocultarse. Mil encontradas ideas batallaban en
impenetrable; «le secuestró», según la expresión del Joven Sarriense. santiguaban al verla pasar y pronunciaban comentarios en alta voz para
Accesitario Distrital, Introducción A La Ciberseguridad Cisco, Dependencia Funcional, El Pensamiento De Tomás De Aquino, Objetivos Del Aseo De La Unidad Del Paciente, Maestría En Psicología Perú, Partituras Barrocas Para Flauta Dulce, Prioridades Investigación Ins, Instituciones Que Apoyan Al Sector Agropecuario Perú,
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